En ocasión de la visita de obispos argentinos al Papa Juan Pablo II, en el 95, el cardenal Primatesta le habló del interés de los obispos de este país, «del sentir de los sacerdotes, de todo el pueblo católico, queríamos que Brochero pudiera ser prontamente beatificado. Después de escuchar con gran atención, Juan Pablo le dijo al cardenal Primatesta, «comprendo, entonces quiere decir que Brochero viene a ser como el cura patrono de los sacerdotes de la Iglesia católica». Efectivamente le dijo Primatesta, aspiramos a que Brochero sea propuesto como modelo de santidad a todos los cura argentinos y al pueblo santo de Dios que peregrina en este país. Posteriormente, los teólogos que examinaban el proceso de la beatificación de Brochero, al dictar su dictamen final, que fue presentado a los obispos que integran la congregación para la causa de los santos y luego ser presentado al papa Juan Pablo II, manifestaron que Brochero era efectivamente, un modelo para los sacerdotes en la Argentina y que podía ser propuesto incluso para los párrocos en Latinoamérica. De manera tal que hay una grandísima esperanza, cifrada en ésto, que el Señor nos tiene que regalar y de nuestra parte, tenemos que pedir por eso a la Purísima, para que interceda y se de esta posibilidad».
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